EL HOMBRE PODRÍA VOLVER SOBRE SÍ, HACIENDO GALA DE SU HUMANIDAD.




Por Francisco Urrea Pérez



¿Cuál es la flaqueza de lo humano?

A decir desde lo profano de la ciencia, como que eso no importa. Se existe, así no se tenga conciencia del vivir. Son tantas  las circunstancias que implican al humano, que lo hacen descuidar su interioridad.

El hombre quiere ser libre e intenta emplearse a fondo en ello, solo que está siendo motivado o presionando a seguir el camino de una libertad distada del concepto de libertad.

En busca y uso de esa libertad se enmarca dentro de estereotipos que dan sentido de vida material y por tanto hacen sensación de plenitud momentánea, mientras va en camino una nueva necesidad y así sucesivamente hasta el fin de sus días.

Correr a descorrer esa libertad bajo el imperante obligado de la plenitud.

Así no tenemos necesidad de dar una ojeada hacia el adentro. ¿Y esa sensación de vacío existencial cuando estamos a solas con nosotros mismos? ¿No podríamos, en vez de maldecir la soledad, abrazar a nuestra alma y darle un paseo por la frescura del silencio amigo?


¿La máscara sin máscara? Mi rostro en el espejo de mi alma o mi alma en el destello de mí mirada.


Hay un miedo a la muerte y hay un miedo a la vida.

Esa balanza de temor tratamos de ignorarla viviendo indiferentes a las realidades, con máscaras autómatas, fugases, sin sentido de ser.
Tenemos pavor a anónimos, y somos anónimos para sí. Entonces, podemos sentirnos miserables y somos miserables.

Esa miseria afectiva y circunstancial, no porque el otro no esté en mí, sino porque yo no estoy en mí, ni en el otro, sino en un pasar  por la existencia al garete.

Queremos mostrar en el entorno y en sociedad que nosotros también somos capaces de brillar. Y cuando nuestro actuar es ignorado, nos sentimos miserables. Entonces,  no queda más que volvemos  a la dependencia servil.
Si no queda más que ser servil para sobreaguar, queda siempre un espacio para sí, que debemos encontrar y disfrutar.


En el ambiente no hay humanidad y menos de la de mí. Soy parte de una muchedumbre que no es parte de mí.










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Palabrar el alma

  La palabra, fuero de sentires con su pluma en almas. He aquí, ¡ANDALETRARIA! Francisco Urrea Pérez