Por
francisco Urrea Pérez
La morada está triste y desguarnecida
Los muebles cansados de
abandono
Hay un corredor por
donde corre el cariño como un fantasma
Hojas secas se reúnen en el estar como habitantes de paso
Las orquídeas desde los
aleros me aguardan
Pronto las riego con
agua pura y corriente y les acariño con la voz de mi regreso
Una flor casi marchita,
retoma su atuendo y muestra su colorido y galanteo
A lo lejos las pinceladas
en el firmamento de un sol tras el nevado con su copete de azahar
Todo un óleo matizado
con la maravilla del pintor arquitecto
como si todos fuéramos consortes secretos con amoríos huérfanos
paseados por la arteria
en cinta y cierta del amor misterio.
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