Por Francisco Urrea
Pérez
Aún se puede
maravillar la mirada con el último sendero
justo cuando se aproxima el ocaso de los pasos
y los vientos de
partida hacen brotar las alas para el fuego
Se percibe esa
alegría de contemplar en el rostro, el alma de quien viene a agitar con su
sonrisa el adiós
Se agota toda lejanía
y todo tiempo.
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